Confesiones y definiciones de Daniel Jadue después de 12 años como alcalde de Recoleta

En entrevista con ElSiglo.cl, el jefe comunal estableció que en lo personal “está la satisfacción de haber cambiado la vida de miles de personas” y puntualizó: “Queda la satisfacción de la gente cuando celebra y agradece la farmacia, la óptica, la librería, la inmobiliaria popular, el centro de rehabilitación popular. La gente agradece el acceso a la cultura”. ¿Puntos de frustración en estos años?: “La persecución. La ausencia de una democracia más profunda y el rol de los medios”. Consultado sobre los ejes de una positiva gestión municipal, el también dirigente del Partido Comunista apuntó a “abaratar, simplificar y facilitar la vida de las y los habitantes de las comunas”. El 29 de mayo es el trámite de formalización pedido por la Fiscalía contra el alcalde; ante ello, Jadue indicó que “estoy tranquilo porque tengo plena convicción de mi inocencia y de que todos los delitos que se me imputan se van a caer porque ni siquiera se cumplen los presupuestos materiales para su ocurrencia”. Y su futuro político: “Lo que pase en el futuro es una decisión que tomaremos colectivamente, asumiendo los costos y beneficios. Ahora, también dejo abierta la posibilidad de descansar y dedicar más tiempo a mi familia”. También habló de desafíos, respuestas y críticas en el campo de la izquierda y no dejó de afirmar que “la izquierda tiene propuestas, pero debe ser más valiente para instalarlas y disputarlas, volviendo a trabajar en la base”.

Hugo Guzmán R. Periodista. “El Siglo”. Santiago. 23/5/2024. Después de 12 años como alcalde de Recoleta, en lo personal, ¿qué es lo que queda?

Bueno, una tremenda satisfacción que tiene varias facetas. La primera es haber desarrollado un proyecto que destruye el mito de que los chilenos y las chilenas no votan por las y los comunistas. Siempre me gusta recordar que el Partido Comunista de Recoleta tenía un poco más del 2% de los votos hace 22 años. Y que, a través de un largo periodo de trabajo, desde la base, rescatando el arsenal teórico y metodológico del marxismo-leninismo, logramos subir en cinco elecciones sucesivas: del 2% al 11%; del 11% al 18%; del 18% al 41%; del 41% al 54%; y del 54% al 65%. De ahí no podemos saber si podríamos haber seguido subiendo porque la ley nos impide ser candidatos de nuevo; ya cumplimos los tres períodos.

Por otra parte, está la satisfacción de haber cambiado la vida de miles de personas, de haber abaratado la vida de cientos de miles de personas, no sólo en Recoleta, sino también en todo Chile, a través de varios proyectos populares, pero también de haber simplificado la vida y facilitado el acceso a numerosas cosas que la gente ni siquiera se imaginaba. Queda la satisfacción de la gente cuando celebra y agradece la farmacia, la óptica, la librería, la inmobiliaria popular, el centro de rehabilitación popular, que han tenido un impacto inimaginable. Además, la gente agradece tanto el acceso a la cultura como la participación cultural. Las familias que tienen deportistas destacados que han recibido los apoyos del municipio, entre ellas hemos disfrutado mucho el oro de Berdine Castillo. Ver el agradecimiento de la juventud que ha logrado tener la beca universitaria, que es una beca sencilla y humilde, pero que fue complementada con otra beca de alimentación, todo esto es muy satisfactorio y es lo que nos queda después de 12 años de gestión.

 

¿Hay un proyecto en particular en Recoleta que marque una inflexión en estos 12 años?

Creo que es el proyecto en su conjunto. Si uno lo analiza desde el punto de vista comunicacional, la farmacia popular siempre será la que marca el punto de inflexión en términos de cuán conocido es el proyecto de Recoleta y el proyecto de los comunistas para los gobiernos locales.

Pero aquí hay un proyecto que es mucho más integral, que tiene que ver con una sociedad distinta. La reforma educacional que se hizo en Recoleta, que después de 12 años nos lleva a tener los mejores puntajes históricos comunales en las pruebas estandarizadas que existen en nuestro país, que no son un buen indicador, pero finalmente es el indicador que tenemos. La reforma en salud, el aumento de la resolutividad de la salud primaria, más allá de que algunos discutan, incluida la Fiscalía y los poderosos. Lo que la gente siente en la base es que ha sido tremendamente beneficioso para la comunidad.

¿Y la mayor frustración?

La persecución. La ausencia de una democracia más profunda y el rol de los medios. Frustración por el hecho de que cuando no hay argumentos, se recurra a destruir al adversario. Eso no sólo genera frustración, sino que además desincentiva mucho a la gente a participar en la política, porque ve que finalmente los poderes fácticos se instalan y toman el poder y el gobierno, de tal manera que impiden que las políticas que los benefician se desarrollen más.

Es decir, la frustración existe dentro de uno, no fuera de uno, y tiene que ver con que las expectativas que uno tiene del entorno no se cumplen. En este caso, uno habría esperado, o yo esperaba, que ante la evidencia tan robusta de políticas públicas que realmente sirven a la gente, hubiera habido un apoyo más genuino y una determinación más auténtica de replicarlas. Estuvimos rodeados de muchas personas, incluso alcaldes y alcaldesas, que vinieron a tomarse fotos cuando las cosas iban bien, pero que nunca tuvieron ningún compromiso con transformar el municipalismo en Chile. Sólo tenían compromiso con sus reelecciones, y eso lo vemos hasta el día de hoy. Creo que eso habla de la pobreza institucional y también de la pobreza cultural de nuestro país.

Imagino que son incontables tus encuentros con vecinas y vecinos. De esos, ¿cuál o cuáles guardas con más emoción?

Yo creo que esos encuentros tienen tres momentos. Al principio hubo encuentros de acercamiento y de donde salía la materia prima para el programa. Todas las iniciativas populares nacieron de un dolor, de una necesidad, de una angustia del pueblo de Recoleta. Cuando ellos nos ponían los desafíos de que no había medicamentos accesibles, o que no había infraestructura donde los jóvenes pudieran reunirse, nació el programa Escuela Abierta. Cuando nos plantearon la necesidad de mayor cultura, eso nos llevó a traer Womad, el Carnaval Dieciochero, Mil Guitarras para Víctor Jara, la Escuela Popular de Teatro, la Escuela Popular de Música, y no sólo el acceso, sino también la participación cultural. La Librería Popular, por ejemplo, es un proyecto maravilloso, junto con la disquería y la editorial popular de Recoleta, que termina siendo una editorial que edita cosas tan relevantes como las cartas económicas de Hugo Fazio, que sorprendentemente nadie había editado en 50 años.

El segundo momento es el encuentro para festejar las iniciativas populares que surgieron de estas primeras demandas. Y el tercer momento es el del afecto sincero, la gratitud y el agradecimiento por el impacto que estas iniciativas han tenido. Hace pocos días salimos a la calle con un equipo a visitar un proceso de ordenamiento de las y los comerciantes de la vía pública, mayoritariamente trabajadoras. La gente se nos acercaba a decir: “Usted no sabe cómo nos cambió la vida, todo lo que ahorramos en medicamentos” o “el centro de rehabilitación popular nos ha dado prestaciones médicas que el sistema no ofrece y que no están consideradas como un derecho”. Incluso personas de otras comunas nos decían: “Gracias a usted, tenemos farmacia popular en nuestra comuna”. Agradecen la defensa y la consistencia del discurso, la persistencia en la crítica al modelo y la negación de la resignación que hoy abunda. Creo que la gente finalmente vive una transformación cultural que sustenta el incremento sistemático de la votación hacia un partido político que ha sufrido la campaña más brutal de desinformación, odio y discriminación en la historia de Chile, no sólo ahora contra el proyecto Recoleta, sino durante 111 años.

Mencionas el tema de lo cultural, que va más allá de Recoleta y se convierte en un sello.

Sí, porque no hay batalla política que pueda ganarse sin la batalla cultural. Fidel Castro siempre decía: “La batalla fundamental es la batalla de las ideas”. Se trata de disputar el sentido común desde la base, no ese sentido común tan nefasto que instalan los medios de comunicación serviles al modelo.

La corrupción mediática y periodística crea una forma de pensar que pone el foco de preocupación en las consecuencias del modelo, no en sus causas. Todos hablan de la delincuencia, pero nadie habla de la desigualdad. Todos mencionan lo difícil que es la vida, pero nadie habla del capitalismo, de la acumulación y la concentración de la riqueza en el 1% más rico de Chile. Todos se quejan de los problemas sociales, como de la gente en la vía pública.

Este es un país que ha terminado maltratando a los más pobres para que los que no son pobres puedan vivir tranquilos. Esto se ve en los desalojos, en el levantamiento forzoso de los rucos, en los desplazamientos forzosos de los trabajadores de la vía pública. Si el modelo está permanentemente expulsando gente de la economía formal hacia la economía informal, ¿cómo alguien puede imaginarse una sociedad sin personas que trabajan en la calle si no hay empleo? Estos son los años de mayor utilidad para todos los grandes empresarios, que se quejan por la prensa todos los días diciendo que el país está mal. Ellos están formidablemente bien, ganan más plata que nunca antes y aún así se quejan constantemente.

Llevas 12 años al frente de la Municipalidad de Recoleta y tus planes han irradiado nacionalmente. Ahora vienen elecciones municipales con hartos desafíos para quienes sean electas o electos. ¿Dónde crees que debería situarse el eje de la política municipal?

En lo que ha sido el eje de nuestra política municipal: abaratar, simplificar y facilitar la vida de las y los habitantes de las comunas. Luis Emilio Recabarren decía que el primer desafío y el lugar privilegiado para el desarrollo de la política tenían que ser los gobiernos locales, porque era el único lugar donde la democracia estaba permanentemente al alcance del pueblo. Y el objetivo debía ser, en un contexto de capitalismo salvaje, que los municipios estuvieran al servicio de abaratar, simplificar y facilitar la vida de los habitantes.

Sería ideal que esto ocurriera en un contexto donde las municipalidades tuvieran más atribuciones, recursos y potestades, pero lamentablemente vivimos en un país que, a pesar de algunos cambios incipientes como la descentralización en las regiones, aún concentra todo el poder y las atribuciones en el Estado central. Recuerdo que el Gobierno actual prometió que el Presidente saldría de La Moneda con menos poder del que tenía al entrar, y eso aún no lo veo.

“Estoy muy tranquilo con lo del 29 de mayo”

Por distintos episodios, eres de los alcaldes con más cobertura en los medios de comunicación. ¿Cómo miras tu vinculación con los medios?

Antes, los medios se preocupaban porque se supiera lo que el poder no quería que se supiera. Hoy, sólo informan lo que el poder les permite y quiere que la gente sepa y crea. Ya no existe el derecho a la información. Y no es que yo haya concitado interés como alcalde, sino que hay medios que han intentado destruir nuestro proyecto desde el día 1, mientras que otros han tratado de promover y difundir las iniciativas que consideran beneficiosas para el pueblo.

Parto de la base de que no hay medios de comunicación neutrales; no existe la neutralidad hoy en día en los medios. Como algunos medios son tan maltratadores y hay tanto acoso periodístico, falta de respeto y consideración, pareciera que algunos periodistas buscan ser ellos los protagonistas, no el entrevistado. Por eso, llegamos a la conclusión de darle menos importancia a esos medios y preocuparnos por difundir lo que nos interesa, sin prestarnos a quienes buscan desinformar.

Creo que en Chile se ha legitimado el uso de noticias falsas como forma de hacer periodismo. Nos hace falta una ley de medios que imponga una base de responsabilidad. El modelo en Chile asume que el Estado no tiene ningún rol en la sociedad, el neoliberalismo más duro, y por eso Recoleta molesta tanto a los poderosos. Pero nosotros afirmamos lo contrario: el Estado debe estar presente.

Daniel, estos son tiempos convulsos, sobre todo con lo que se viene el 29 de mayo. ¿Qué viene para ti en el futuro, una candidatura a senador o a diputado?

Estoy muy tranquilo con lo del 29 de mayo. Creo que hay una profunda motivación política detrás. En los últimos días, hemos visto la debilidad del trabajo de la Fiscalía, la falta de profesionalismo y rigurosidad, la manipulación y la delicada relación que tiene con los medios, filtrando información hasta el final. Estoy tranquilo porque tengo plena convicción de mi inocencia y de que todos los delitos que se me imputan se van a caer porque ni siquiera se cumplen los presupuestos materiales para su ocurrencia. Creo que la formalización se ha construido sólo para que la Fiscalía pueda pedir prisión preventiva, pero convencer a un juez es diferente.

Si no pudieron convencer a un juez en el caso (Juan Miguel) Fuente-Alba (excomandante en jefe del Ejército procesado por delitos financieros), con una investigación vergonzosa a cargo del mismo fiscal que lleva la nuestra, mucho menos podrán hacerlo aquí. No creo que comprar medicamentos o ayudas técnicas sea delito. Intentar convertir acciones bien intencionadas en delitos es más difícil de lo que parece.

Decidir sobre mi futuro no es algo personal. Recoleta desarrolló este proyecto porque el Partido Comunista de Recoleta, en el 2001, hizo un plan estratégico para llegar a la alcaldía y transformarla. Había una pésima evaluación de la alcaldía anterior, reconocida por la corrupción, y el Partido Comunista se propuso cambiar eso en un proceso largo, aceptando derrotas como condiciones para la victoria. Esto fue una decisión del pueblo y del partido. Lo que pase en el futuro dependerá de lo que el pueblo y el partido digan sobre Daniel Jadue. Siempre estaré disponible para asumir los desafíos que el pueblo de Chile y mi partido me impongan.

He tenido un largo periodo de trabajo académico, profesional y técnico que derivó en una alcaldía como la que todas y todos conocen. Lo que pase en el futuro es una decisión que tomaremos colectivamente, asumiendo los costos y beneficios.  Ahora, también dejo abierta la posibilidad de descansar y dedicar más tiempo a mi familia, especialmente a mi hija, a mis seres queridos y a mi compañera, porque el tiempo en esta actividad ha tenido un costo personal muy grande.

“Algunos que se llaman de izquierda han terminado haciendo todo lo que antes criticaban”

En lo global, ¿dónde sitúa los desafíos, las respuestas o las propuestas que debería encarnar la izquierda hoy en día?

Primero, la izquierda tiene que mirarse a sí misma y definirse si quiere seguir siendo de izquierda o no, porque el concepto de izquierda nace de una voluntad transformadora. Hay una parte de la izquierda que ya no quiere transformar, sino que quiere sencillamente ir mejorando gota a gota un modelo que no resiste mejora. La izquierda debe superar el complejo del fracaso de los socialismos reales, como la experiencia soviética. Además, debe volver a ofrecer un horizonte de superación del capitalismo y de construcción de un socialismo real. Por último, creo que debe asumir que requiere una transformación cultural interna, ya que está muy permeada por el neoliberalismo. Estos son desafíos a corto, mediano y largo plazo.

En ese corto, mediano y largo plazo, la gente requiere respuestas. ¿Cómo lo hacen desde el sector de la izquierda?

Primero, no resignándose ni poniéndose de rodillas. En el último tiempo, algunos que se llaman de izquierda han terminado haciendo todo lo que antes criticaban. Esto destruye cualquier posibilidad de que la izquierda pueda ser una alternativa y le regala una oportunidad a la ultraderecha para instalarse como el único sector contestatario del modelo. Terminamos salvando las Isapres, las AFP, militarizando La Araucanía y aprobando leyes represivas que no resuelven el tema fundamental de la delincuencia. Además, terminamos aislándonos en el mundo. La corrupción no sólo es un problema de platas, sino también de utilizar potestades, atribuciones y recursos para fines distintos al original. Es una forma de corrupción cuando uno es electo planteando A y llega al Gobierno haciendo B.

La izquierda tiene propuestas, pero debe ser más valiente para instalarlas y disputarlas, volviendo a trabajar en la base. Hoy tenemos una izquierda absorta por la superestructura política; algunos creen que haciendo pequeños cambios legales se resolverán los problemas de la sociedad. Yo creo que se necesita una reforma mucho más radical, incluyendo una nueva Constitución Política. Me da vergüenza que haya partidos políticos que prioricen resolver sus propios problemas en vez de los de la ciudadanía. Después de dos procesos constitucionales fallidos, los políticos quieren debatir reformas políticas sin haber resuelto problemas fundamentales como pensiones, salud, seguridad y educación. Es una pésima señal.

Siempre se habla del malestar latente de la gente, y todos sabemos que, en ese contexto, surge el despliegue exitoso de la ultraderecha. ¿Cómo ves esto en Chile?

Insisto en que el despliegue exitoso de la ultraderecha se debe a que la izquierda no hace su trabajo. Si hubiera una izquierda contestataria, comprometida con las transformaciones sociales, trabajando en la base, la ultraderecha no tendría ninguna posibilidad. Pero cuando tienes una izquierda acostumbrada a ganar buenos sueldos en puestos donde los pone la gente, y luego haces todo lo contrario a lo prometido, ¿por qué podría ser una alternativa?

La izquierda debe ser muy autocrítica con lo que ha hecho, incluso estando en el Gobierno. Hoy, percibo que la izquierda real tiene muy poca incidencia en el Gobierno. ¿Qué podría decir un Gobierno que condonó la deuda a todas las Isapres de una u otra manera, pero no llegara a aprobar la condonación del CAE? Veía el otro día a Óscar Landerretche, diciendo que es inmoral condonar las deudas, pero guardó completo silencio ante la condonación de las deudas de las Isapres. Para Landerretche, es inmoral perdonar deudas generadas por un derecho social universalmente reconocido, pero no es inmoral perdonar a quienes han retirado millonarias utilidades en los últimos años. Esa izquierda que Landerretche representa ha perdido todo derecho a guiar la sociedad.

¿Y cómo ve a la izquierda en América Latina, particularmente a Chile?

Lo primero es que yo siempre discuto qué significa ser de izquierda. No me compro este argumento de la izquierda buena, que le rinde pleitesía a Estados Unidos y hace lo que este le dicta para gobernar, y la otra izquierda mala, que es la que se enfrenta con el norteamericano. Para mí, hay una sola izquierda y es la que no cede ante el imperialismo, en ninguna parte del mundo, porque defiende la autodeterminación de los pueblos, y además defiende la soberanía económica y política de estos.

Por lo tanto, creo que Chile no juega ningún rol en esa izquierda. Existe una izquierda que tuvo una época de protagonismo, pero que por sus propios errores debilitó el avance de la izquierda en América Latina y abrió la puerta a la ultraderecha. Sin embargo, tengo confianza en que la ultraderecha no tiene nada bueno que ofrecer al pueblo. Lo estamos viendo en Argentina, lo vimos en Brasil y en otros lugares. Cuando la ultraderecha o la derecha gobiernan, y cuando también lo hacen quienes antes eran socialdemócratas, sólo generan utilidades para las grandes empresas y las transnacionales.

Creo que hay que volver a soñar con un mundo distinto para la izquierda, pero también desinstitucionalizarse de las superestructuras políticas que hoy día tienen a la izquierda peleándose por cupos parlamentarios y otras cosas, en lugar de hacer el trabajo en la base.

La izquierda es la única que puede sacar al mundo de la crisis global en la que el capitalismo lo ha metido. Esa crisis hoy día se expresa en la destrucción de factores productivos mediante la guerra, en la intervención, y en la anulación de la autodeterminación de determinados pueblos, de tal manera que no haya alternativa al imperio. Hoy día las guerras son entre capitalistas, no entre capitalistas y alternativas de modelo, y se están devorando el mundo, destruyendo todo lo que pueden para quedarse con todo. Si no surge una izquierda capaz de cuestionar todo lo que hace el capitalismo hoy día, esto va a seguir con un pronóstico muy desfavorable.

Poner en entredicho al capitalismo, ¿cree que ahí se encuentran las respuestas?

El capitalismo, con su quimera y esta mentira original del crecimiento indefinido, plantea que al final alguien se va a quedar con todo el mundo y el resto sin nada. Esa es la tendencia natural al monopolio, la tendencia natural a la concentración llevada al extremo. Por eso hoy día hay que destruir Ucrania para que las mismas empresas que han reconstruido Irak sigan pudiendo reconstruir. Así, se va destruyendo una parte del mundo para que las empresas norteamericanas y algunos socios europeos puedan seguir construyendo.

Se desestabilizan sociedades con la teoría y política del caos, y en Chile hay gente como (Evelyn) Matthei, por ejemplo, que se escandaliza por las cosas que uno puede decir, pero no por la pobreza. Se escandalizan por lo que pueda decir algún dirigente o por el nombre de una mascota popular, pero no por las miserables pensiones que hay en Chile. Se escandalizan por cosas superficiales, con la ayuda de la corrupción mediática y periodística, pero no les escandaliza que una madre tenga que caminar dos mil kilómetros para financiar una enfermedad de su hijo porque el medicamento necesario es inaccesible, y nadie se hace responsable. No les escandaliza el dolor, la pobreza, el sufrimiento; sólo les escandaliza que alguien dañe sus cómodas vidas.

No podía dejar de preguntarte tu mirada del momento sobre la situación en Palestina.

Creo que la única solución para Palestina es la superación del capitalismo y de la superestructura del capitalismo que son los Estados nacionales. La única solución viable hoy día, que implica un cambio cultural tremendo en ambas sociedades, es la instalación de un Estado plurinacional donde cualquier persona, de cualquier religión y de cualquier parte del mundo, pueda vivir gozando de plenos derechos.

El conflicto en desarrollo hoy en Palestina es una expresión más de este capitalismo salvaje que busca apoderarse de todo. No veo esto sólo como un problema en Palestina. No puedo desvincular la guerra de exterminio en Gaza y el genocidio en Gaza del bloqueo a Cuba. No puedo desvincular el genocidio que comete Israel con el apoyo de Estados Unidos y Europa en Gaza, de las sanciones a Venezuela y a Nicaragua. No puedo desvincular lo que pasa en Gaza de lo que está ocurriendo en El Congo, en Ruanda, en Sudáfrica y en cualquier parte del mundo donde los más vulnerables están siendo agredidos y exterminados para que los que mejor viven en el mundo puedan seguir teniendo más.

Fuente: El Siglo

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