Eduardo Contreras y la lucha por la democracia

No son las componendas, conocidas coloquialmente en la actualidad como “cocinas”; ni la presunta sabiduría de los expertos; ni tampoco la habilidad ni la muñeca de un dirigente o un grupo de dirigentes, los que lo hacen posible. El gesto de Eduardo Contreras, su práctica del derecho como instrumento de lucha a favor de la justicia y de la transformación, lo demuestran y va a perdurar como un ejemplo para las generaciones actuales y futuras de militantes de izquierda, de lo que la convicción, la voluntad y la defensa de los principios pueden.

Hernán González. Profesor. Valparaíso. 29/5/2024. La muerte del abogado de derechos humanos y militante comunista, Eduardo Contreras Mella, plantea una reflexión. La del significado de la voluntad y la convicción como explicación de lo político y de la centralidad que estas tienen en el cambio histórico.

En efecto, Eduardo Contreras fue el abogado que junto a Gladys Marín y como resultado de una discusión, reflexión y acuerdo de la dirección del Partido Comunista de Chile respecto de la necesidad de derrotar al pinochetismo para posibilitar el tránsito hacia una verdadera democracia, interpuso la querella criminal por la que fue detenido en Londres por el juez Baltazar Garzón, en el marco de la investigación del caso Caravana de la Muerte.

Mientras algunos corrieron a explicar por qué Pinochet portaba un pasaporte diplomático o no lo hacía; y se debatían entre intrincadas teorías para justificar los acuerdos suscritos con la dictadura para dar origen a lo que algunos catalogaban como una genialidad, Eduardo Contreras, Gladys y la dirección comunista luchaban, tal como lo hicieron junto al movimiento estudiantil, de DDHH, sindical y otras fuerzas de izquierda, para evitar que asumiera como senador vitalicio, y para que fuera juzgado en Chile.

Sabemos el resto de la historia y el final que tuvo. Pinochet volviendo a Chile, bajando de un avión en silla de ruedas y en un acto entre indigno y sarcástico, levantándose brazos en alto, para finalmente ser sobreseído por demencia.

Pero a partir de entonces, el pinochetismo comienza su declive definitivo. Por cierto, la derecha que primero corrió a Londres a defenderlo e intentar rescatarlo de su oprobio, rápidamente tomó distancia, generando el malestar de la “familia militar” y los violadores de derechos humanos que sintieron que aun cuando se han mantenido firmes en la defensa de la impunidad, los dejaron solos. Solos al menos en lo que se refiere a la reivindicación del genocidio, para dar paso a un historicismo de dudosa calaña como forma de justificación de su complicidad pasada y de lo reaccionario de su pensamiento.

De ahí en más, el país fue testigo de nuevas componendas e intentos de parchar la democracia con inventos, acuerdos de trasnoche para legitimar a las AFP´s, las ISAPRE’s; la impunidad de la que siguen gozando muchos de los crímenes que cometió la dictadura o el negociado de la educación, escolar y universitaria (la lista se podría seguir engrosando) y todo ello para intentar posponer lo que ocurriría finalmente el 18 de octubre de 2019.

Interponer la querella contra Pinochet, demostró -tal como lo fue la movilización social y la lucha contra la dictadura en todas las formas posibles que el pueblo tenía a mano en esas penosas circunstancias- que la lucha contra el abuso, contra la arbitrariedad y el despotismo de los poderosos que, como Pinochet, se sienten imbatibles hasta que el pueblo los enfrenta provocando el atávico terror que les inspira y por lo que desatan la peor violencia imaginable en su contra, es necesaria, es posible y de que finalmente es la explicación del cambio y las transformaciones.

No son las componendas, conocidas coloquialmente en la actualidad como “cocinas”; ni la presunta sabiduría de los expertos; ni tampoco la habilidad ni la muñeca de un dirigente o un grupo de dirigentes, los que lo hacen posible. El gesto de Eduardo Contreras, su práctica del derecho como instrumento de lucha a favor de la justicia y de la transformación, lo demuestran y va a perdurar como un ejemplo para las generaciones actuales y futuras de militantes de izquierda, de lo que la convicción, la voluntad y la defensa de los principios pueden.

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