LA ENTREVISTA PRIVADA. Bárbara Figueroa, precisiones y confesiones

Su elección como secretaria general del Partido Comunista, el debate dentro de la colectividad, la renuncia a la embajada en Argentina, los desafíos de los partidos de Gobierno, lo que viene tras la propuesta de texto constitucional, y sus momentos más complejos en 30 años de militancia política.

 Llegó resfriada a la entrevista. Se sentó en una mesa en el centro de un frío salón del primer piso de la sede de su partido. Tomó entre sus manos una taza de té, reconfortante. Se emocionó cuando se le recordó que fue electa secretaria general del PC, un mes después del fallecimiento de su padre, José Figueroa, antiguo y perseverante militante comunista vinculado a las batallas sindicales. “Él estaría muy orgulloso probablemente de esta responsabilidad que me correspondió…la verdad, no es algo de lo que quiera hablar mucho”.

Bárbara Catherine Figueroa Sandoval, 44 años, acaba de ser elegida secretaria general del Partido Comunista de Chile, lo que la llevó a renunciar como embajadora de Chile en Argentina, frente a lo cual precisa que “me preocupaba y me preocupa hasta hoy, que se entienda que dejar la embajada no fue una cuestión de decir que no nos importa”. También enfatiza que la reciente elección de dirigentes del PC se abordó “con absoluta franqueza y en absoluta fraternidad” y que “supuestos debates generacionales es algo que se pone de manera harto injusta” en los medios de comunicación. Es más, es categórica en afirmar que “hoy están en la dirección las nuevas generaciones” del PC.

Profesora de filosofía y psicóloga de profesión, se desempeñó varios años como dirigenta del Colegio de Profesoras y Profesores y entre 2012 y 2021 fue presidenta de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), la primera mujer en ocupar ese cargo. Entró a militar a las filas comunistas a los 15 años y no ha parado en la militancia política en casi 30 años. “Mucho de lo que soy tiene que ver con ser comunista”, afirma.

Es la segunda mujer, después de la histórica lideresa comunista Gladys Marín, en ocupar el cargo de secretaria general del PC. ¿Simbólico? “No sé si es un elemento simbólico, pero sí de una alta responsabilidad, así lo asumo”. Agrega: “Decir, eres la segunda mujer secretaria general del PC después de Gladys, tiene que ver con un contexto, porque la figura de Gladys está en otro nivel, tiene otra estatura, no podría tratar de comparar siquiera. Asumo que más que una carga simbólica, es más bien de gran compromiso y responsabilidad con la tarea que me toca enfrentar en un momento tan complejo y difícil”.

Su vida transcurrió en barrios de Quinta Normal y San Fernando (donde su padre fue alcalde, además de desempeñarse como dirigente sindical, incluidos los años de dictadura), estudió en el Liceo Cervantes y el Liceo José Gregorio Argomedo, en la Facultad de Filosofía y Educación de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación y en la Universidad Academia Humanismo Cristiano. Laboró como profesora en establecimientos de Maipú, Colina, Macul, Puente Alto, entre otras comunas.

Ante el desafío de su nuevo cargo, señala que una prioridad será “reforzar el diálogo en el partido” y poder “ajustar mejor el tranco”. Sale al paso de quienes sostienen que el PC presiona y pautea al Gobierno: “Somos un partido relevante en la alianza de Gobierno, no podemos disminuir nuestra relevancia, que no es lo mismo que seamos un partido que define, que impone, que demanda”.

Bárbara Figueroa no cree que sea el momento de definir cómo votar respecto a la propuesta de nueva Constitución, pero no deja de señalar que hay “un riesgo que se retroceda en derechos con este texto constitucional”. Va más allá y apunta: “No es sólo la ofensiva de la ultraderecha, de Chile Vamos, sino la ofensiva de sectores que para garantizar los intereses de grupos de poder, de grupos financieros, de grupos conservadores, necesitan no sólo avanzar en sus posiciones, sino disminuir los niveles de democracia y de derechos”. Se adelanta a definir que sea cual fuese el resultado del plebiscito de diciembre, “malamente podríamos ponerle un candado a nuestro programa, a nuestros desafíos, a buscar derechos para la población”.

“Estar en el mundo sindical es de las experiencias que me han marcado más”

¿La marcó el mundo sindical?

Sí, mucho. Creo que estar en el mundo sindical es de las experiencias que me han marcado más en mi vida y eso me formó mucho en lo que soy ahora. La imagen de mi padre, de mi familia, de compañeros de la lucha sindical, sus valores, y la vida colectiva de la militancia. Mucho de lo que soy tiene que ver con ser comunista. El haber asumido la vida sindical fue un orgullo, un privilegio, y me marcó. Además siento que sintoniza muy bien, es muy armonioso, muy virtuoso con mi militancia comunista, el ejercicio de la militancia sindical.

¿Y su vivencia de discriminación como mujer, como dirigenta mujer?

He reflexionado sobre eso con los años, y no sentí ni he sentido en mi militancia, incluso desde la militancia juvenil, ser discriminada por una cuestión de género. Hay ciertos patrones que, evidentemente, son culturales y sociales y se reproducen en muchos espacios, y es parte con lo que se debe lidiar y que hay que visibilizar para que no se repitan ciertas conductas, porque son cuestiones que se reproducen en muchos espacios, no sólo en la militancia. Yo, al menos, no sentí estar excluida o tener menos posibilidades de ejercer responsabilidades de dirección u otras, no tengo ese registro desde que fui militante en las Juventudes Comunistas, ni el tiempo de militante en el Partido Comunista. Eso no significa no tener conciencia de patrones culturales que existen y que siempre hay que tener un ojo vigilante y una voz de alerta, verbalizar cuando se vean conductas machistas, patriarcales, discriminadoras.

Momentos complejos

En todos estos años, Bárbara Figueroa pasó por situaciones satisfactorias como su labor en el Colegio de Profesoras y Profesores y ser electa presidenta de la CUT. También por situaciones complejas, como una crisis en la multisindical, cuando finalizó la presidencia de Arturo Martínez, “yo con él tenía un vínculo, él había luchado junto a mi padre, y tuvimos que recomponer confianzas entre los compañeros que quedaron y salir adelante con la organización y avanzar hacia objetivos muy importantes para los trabajadores”.

En los años recientes le sacan en cara cuando desde la tribuna de la Cámara de Diputadas y Diputados le gritó al ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, “… esto es tu culpa. ¡Mira! ¡Atrévete a mirar! (…) ¡Valdés, que te saquen del gabinete por desgraciado!…”, frente al rechazo a demandas de los empleados públicos y trabajadores. Y señala: “Bueno, así como soy capaz de sentarme a dialogar con los empresarios, con las autoridades, y lograr acuerdos, y te tildan de amarillo y de vendido, también cuando considero que es muy injusta una situación, se tiene un momento de rabia, de decir, oye basta, hasta cuando el ninguneo con los trabajadores”. Confiesa que “fue complejo ese momento, porque se esperaba que uno saliera a pedir disculpas. Quizá no fue la forma, pero por qué siempre nos están exigiendo que pidamos disculpas y que coloquemos la otra mejilla. Tenemos un minuto de furia y somos lo peor del mundo, no sabemos hacer política, tenemos que pedir disculpas. Para mí tuvo un costo, me sacaron del programa ‘Estado Nacional, me sacaron de muchos espacios, me descalificaron, y lo asumí, tenía un costo y lo asumí. Pero no correspondía que me exigieran que pidiera disculpas”.

Sobre sus dos derrotas electorales, como candidata a diputada y a la Convención Constituyente, dice que “no lo vi como un momento desalentador o triste, sabía que era poco probable salir electa”. Pero aclara que “en el caso de la elección a la Convención, me dolió el hecho que no hubiera ningún dirigente sindical electo, una vez más se repitió la historia, nosotros somos los prescindibles. A los dirigentes sindicales, por ejemplo, nos niegan el derecho a ser legisladores, pero los empresarios sí pueden ser legisladores”.

¿En algún momento se ha cansado, ha pensando en parar la máquina?

Sí, pero más que una reflexión de me cansé, hasta aquí llegué, siempre he tratado de estar muy alerta -y lo he conversado con los colectivos donde he estado-, de ese minuto en que uno concluye que es más un obstáculo que una contribución. Eso sí lo he pensado, lo he reflexionado. Porque llega un minuto en que uno se desgasta en las labores, y uno debe saber identificar cuándo es un obstáculo para la organización y cuando no. Siempre es necesario reflexionar respecto a cuando uno puede contribuir mejor desde otro lugar.

Su elección como secretaria general, “la vieja guardia” y las nuevas generaciones

La elección de Lautaro Carmona como presidente del PC y la suya como secretaria general, provocó declaraciones, comentarios, afirmaciones, especulaciones. Que son de “la vieja guardia”, que se frenó el paso de nuevas generaciones a la dirección del PC, que hubo quienes apoyaron a Karol Cariola, que se repitieron métodos antiguos.

Mira, soy muy respetuosa de la labor de los medios de comunicación, no siento que uno pueda juzgar a los periodistas por hacer lo que les piden. Aunque también hay comentaristas o personas que dijeron cosas e hicieron declaraciones. Hay línea editoriales en los medios, hay sectores políticos que ponen ciertos énfasis, que quieren hacer proyecciones de ciertos procesos y debates. De ahí salió mucho de lo que comentas. Bueno, uno no tiene por qué comulgar con aquello, porque mucho de lo que salió y se dijo responde a una intención, a una mirada que se tiene de forma interesada para leer al Partido Comunista. Para quienes somos militantes del Partido Comunista, y conocemos la vida del partido, sabemos que esos supuestos debates generacionales es algo que se pone de manera harto injusta. Si miramos la Comisión Política y el Comité Central, seguro somos de los partidos que tiene dirección más joven, y si se dice ¿cuándo habrá espacio para las nuevas generaciones?, la respuesta es que hoy están en la dirección las nuevas generaciones. Todas las generaciones están. Se puso un debate que está muy lejos de lo que es nuestra realidad, incluso con dato objetivo del promedio de edad. Esto de “la vieja guardia”, de “los históricos” o no históricos, de las sub30 o sub50, es un debate que no se corresponde con la realidad. Mira, de las 77 intervenciones que hubo en el último Pleno del Comité Central, tan comentado, el énfasis de las intervenciones no estuvo sólo en cuanto a la definición de presidente y secretaria general, fue un debate político de tremenda riqueza. Entonces, hablar de esta suerte de caricatura de “vieja guardia”, de nuevas generaciones, de que hay sectores más ortodoxos, es no saber, no conocer lo que se habla. Puedo dar fe de que nuestros debates son mucho más de lo que colocan los medios de comunicación y tienen muchas más lecturas de las que colocan en la prensa.

¿Lo generacional, entonces, no es un debate instalado en la militancia comunista?

No es un debate instalado en la militancia comunista. Por lo demás, nadie elige el año que nace, nadie elige el momento de la historia o la política en la que nace, entonces que se diga que las cosas las va definiendo un debate generacional, no va por ahí. Todas y todos hemos sido jóvenes, gran parte de nuestra militancia ha pasado por las Juventudes Comunistas, la mayoría hemos transitado años por el partido, entonces no es que podamos dividirnos por un tema generacional, todos hemos pasado por ciclos de la vida, y transformar eso en una tensión, en hacer una diferencia política, es al menos objetable.

Hubo al menos dos postulaciones a la secretaría general, la suya y la de Karol Cariola. Usted fue electa. ¿Qué queda entre ustedes, qué pasa entre ustedes, quedan instaladas tensiones? Hablo del conjunto de dirigentes que participaron de ese proceso.

No siento que tenga que tener tensión con ninguna compañera y ningún compañero. Primero -y lo dije en el Pleno y lo he repetido en otras instancias-, el momento político que vivimos es tan complejo, es tan difícil para la inmensa mayoría de la población, que no tenemos derecho ni tiempo para estar en discusiones mezquinas. Y no estamos en eso. Por eso insisto, ese debate que se instala en los medios como si estuviéramos debatiendo sobre algo acá arriba, cuando nuestra preocupación está con los de abajo, cómo impulsamos buenas políticas que beneficien al pueblo. Ése es el debate de fondo y ahí no hay diferencias entre nosotros. Podemos tener posiciones distintas respecto a algo, énfasis distintos, matices, y lo debatimos, pero eso no nos lleva a veredas opuestas. Más allá de que una compañera o un compañero diga, mira me parece que el mejor cuadro para asumir una responsabilidad es tal o cual, es parte de un debate que no tiene nada de malo, que no genera una tensión, no significa que alguien quede dolido, o algo parecido. Son cuestiones que podemos discutir con absoluta franqueza y en absoluta fraternidad.

Hablando de la interna del PC, ¿dónde trazaría los objetivos de su gestión, qué hay que encarar?

Bueno, tenemos tareas fundamentales en la política contingente, el proceso constitucional, el ejercicio de ser parte de una coalición de Gobierno, las elecciones que vienen. Pero, claro, tenemos siempre una tarea principal que es robustecer a nuestro partido, seguir fortaleciéndolo, crecer en militancia, abrir las puertas a quienes quieren ingresar a militar, y hay mucho diálogo que hacer en el partido. Más que trazarme objetivos, y decir que aquí una viene con un sello, creo que es muy importante, mirando lo que será nuestro Congreso, reforzar el diálogo en el partido, el trabajo en encuentros con la militancia para transmitir mucho de lo que te expreso y de nuestra política. Somos un partido que ha avanzado mucho, que ha crecido mucho, que ha tenido grandes logros, entre ellos, el crecimiento de la bancada parlamentaria, tener representación en el Senado, dos ministras en el Comité Político, estar en el movimiento social, tener buenos resultados electorales. Estamos en un buen pie, pero siempre podemos perfeccionar, siempre podemos ajustar mejor el tranco, ahí tenemos un desafío todas y todos.

 “No es una desvalorización el dejar la embajada”

¿Cuál es su balance de la gestión como embajadora en Argentina?

Fueron menos de dos años, pero fueron tiempos muy intensos. Cuando uno llega a una embajada, llega a cuerpos, a equipos ya definidos, trabajando, no es que uno llega y comienza a armar equipos y hacer cambios, no, llegas a ser parte de un equipo donde hay diplomáticos, funcionarios del servicio exterior, hay personal local que es permanente, y la embajada Argentina es muy grande, tiene la red consular más importante, tenemos 13 consulados, tiene gran peso. Por eso para nosotros no es, en ningún caso, una desvalorización el dejar la embajada. Fue un tremendo honor ser embajadora en Argentina y fue importante que el Presidente Gabriel Boric dispusiera que una militante comunista ocupara esa responsabilidad. Traté de reforzar ese sentido de cuerpo, incorporarme como una más, cumplir labores como una funcionaria pública, abarcar las tareas propias de la embajada y, luego, desplegarme. Nosotros tenemos una relación muy importante con Argentina y no se mide sólo por lo que hagamos como Gobierno central, hay que recordar que Argentina es un país federal, y teníamos que reunirnos con autoridades provinciales o regionales, con ministros, con organismos intermedios, con empresarios y gremios, y teníamos que descentralizar, estar en las distintas provincias, en los territorios. Gran parte de mi desempeño estuvo marcado por gestión política, institucional, la política exterior turquesa, la política exterior feminista, y trasladarme a los territorios, recorrer los pasos fronterizos, ver las condiciones de los trabajadores, de la infraestructura, de la ciudadanía de ambos países.

Usted es dirigenta sindical, militante comunista, de luchas populares, ¿se sintió incómoda en los salones diplomáticos?

No, pero tiene mucho que ver con que en Argentina tienen una manera muy cómoda, muy cordial, de trabajar. Siempre me sentí bien acogida, y lo que no supiera, preguntaba. El mundo de la diplomacia está lleno de mitos, de cierta estampa, de impronta, y no es extraño que me preguntes que quizá me sentí incómoda, pero no, en absoluto. Claro, una entendía que debía respetar la estatura del cargo, había que preocuparse de ciertas cosas, y le di el más alto valor a ser embajadora.

¿Le costó dejar la embajada, fue difícil?

Soy militante comunista y somos gente de misiones. No es que digamos estoy aquí y no me quiero mover. Soy de la cultura de asumir las misiones que se dan y espero cumplirla de la mejor manera posible. Entonces no es ahí donde se instala una dificultad. Sí me preocupaba y me preocupa hasta hoy, que se entienda que dejar la embajada no fue una cuestión de decir que no nos importa. No. Fue una responsabilidad muy importante, en una embajada de mucha importancia, era la primera vez que un dirigente sindical tenía el honor de representar a Chile en el exterior como embajadora, fui la primera mujer embajadora en Argentina después de 211 años, tuvo una inmensa valoración para nosotros, fue un privilegio ocupar ese cargo y lo ejercimos con trabajo y responsabilidad. Cuando se me designó, y lo conversamos en ese momento con Guillermo Teillier y Lautaro Carmona, asumí que se trataba de empaparse inmediatamente, llegar a instalarme para trabajar, llegar a conocer y construir equipos con quienes estaban, con gente del servicio exterior que podía tener dudas y prejuicios, cómo trabajar con esta señora que anda garabateando a los ministros, los funcionarios argentinos era primera vez que tendrían una jefa, y llegaba una comunista, en fin.

¿Se hizo bien la pega?

Cumplimos con alto sentido de responsabilidad la tarea encomendada. Creo que la Cancillería transmitió una alta valoración del trabajo. Lo que pasó es que asumí la tarea que nos dio el Presidente Boric.

“Vivimos tiempos políticos muy complejos”

Los dos conglomerados que respaldan al Gobierno están frente a un proceso constitucional, a tratar de sacar adelante reformas, resolver ciertas diferencias, varios flancos abiertos, ¿ve muy difícil, muy enredado todo lo que hay por delante?

Mira, aún no me empapo mucho, entonces no sé qué tan difícil es lo que hay por delante como conglomerados, pero ciertamente que estamos viviendo tiempos políticos muy complejos y demandan mucho esfuerzo, mucha generosidad y también mucha convicción. Creo que para ningún partido es fácil este tiempo. Porque además estamos en un ciclo donde vivimos una crisis no sólo de los partidos, sino una crisis de la institucionalidad política, y hay una fractura entre la sociedad, entre la ciudadana y el ciudadano de a pie, con la institucionalidad política, es algo que viene de atrás y que se ha ido agudizando.  Es algo que se vive en el mundo y en la región. Entonces, junto a los desafíos políticos que tú señalabas, los partidos, además, están en una situación complicada, entre otras cosas, porque hay muchas sospechas sobre la política. Además, los partidos han cometido errores. En ese contexto, así como hay momentos que pueden ser muy fluidos y es muy fácil el diálogo entre partidos, también hay momentos de tensión, y no es extraño en una situación como la que vivimos. De ahí surge una tarea de todos los partidos, donde se requiere generosidad y convicción.

Hay que fijar posición respecto al texto constitucional que emanó del Consejo Constitucional. También está la posición de los partidos oficialistas sobre temas como la reforma de pensiones o el pacto fiscal. Pero se viene la elección municipal el próximo año, elección regional, luego las parlamentarias y la presidencial, hay un desafío frente al posicionamiento de Republicanos y la ofensiva de Chile Vamos. ¿Todo lo que viene hace inevitable mantener e incluso fusionar estos conglomerados, o cree que se debe producir otro tipo de reacomodo en el oficialismo?

Si asumimos, en primer lugar, esta fractura profunda entre ciudadanía y la política institucional, los desafíos de reformas, la nueva Constitución y los procesos electorales que vienen, se debería aplicar la tesis de que nadie sobra. Sobre todo en reconstituir el vínculo con la ciudadanía, con la base electoral, y avanzar en más democracia y más derechos. En eso, la unidad más amplia política y social es clave. Tenemos que tener la convicción de que es necesaria la unidad, pero no sólo de los partidos, sino que una unidad que trascienda ese entendimiento, que haya unidad social, con los sectores sociales. Nos necesitamos todas y todos para enfrentan este tiempo, en el marco del proceso constitucional, de las próximas elecciones municipales, de los desafíos de las grandes reformas que están comprometidas y de restituir el valor de la política.

Cuando estaba la dictadura, se avanzó en una amplia unidad del progresismo, la socialdemocracia, la izquierda, ¿no hay algo análogo en este tiempo ante la fuerza y el posicionamiento de la derecha y la extrema derecha?

Lo que pasa es que vivimos un riesgo muy grande con lo que señalas. Se cree que es un riesgo ideológico, de la política, pero no, hay un riesgo real de retroceder en derechos de la gente, que la ciudadanía pueda ver su situación mucho más pauperizada, que tú como ciudadana o ciudadana veas que tus expectativas de calidad de vida no se cumplen, que tus anhelos de desarrollo no se cumplen, que no se pueda cumplir con tus estándares, que no te alcance el sueldo, que estés endeudado, que tus hijos puedan estudiar, todo eso está en riesgo. Entonces, cuando se habla de ofensiva de la derecha, de la extrema derecha, de los sectores conservadores, no se está hablando de un tema político duro o parcial, sino de una genuina preocupación de hacer todo lo posible para impedir que retrocedamos en derechos y expectativas de las personas.

Hay sectores que buscan “disminuir los niveles de democracia y de derechos”

¿Eso va a pasar si se aprueba la actual propuesta de texto constitucional?

Es un riesgo que se retroceda en derechos con este texto constitucional. Hay gente que dice, esto es pelea entre políticos, como si estuviéramos hablando entre marcianos. No, si se trata del impacto y las consecuencias para la gente, para las familias, para los trabajadores, para las mujeres, para los jóvenes. Estamos hablando de que esta propuesta impuesta por Republicanos afecta derechos, calidad de vida y expectativas de la gente, derechos de las mujeres y de los jóvenes.

¿Usted considera que todo apunta a que este texto no debe pasar?

No voy a opinar o definir algo sobre un proceso que está en pleno desarrollo, donde estamos tratando de dialogar con otras fuerzas políticas, pero es importante que se entienda que hablamos de no poner en riesgo el bienestar y los derechos de las personas -y no creo que seamos el único partido que está en eso-, eso es muy importante decirlo. Si no se coloca eso en el centro, se puede decir que sólo actuamos porque no estamos de acuerdo con los Republicanos. Nos están diciendo que la aspiración de vida de la ciudadanía, no se podrá concretar. Lo que se debe tener claro es que ellos defienden otros intereses, que no son los de la mayoría de la población.

¿Al final, cómo definiría el papel que están jugando Republicanos y Chile Vamos en todos estos temas del país y frente a reformas, al pacto fiscal?

Estamos viviendo un fenómeno a nivel nacional y regional, lo vemos en otros países. No es sólo la ofensiva de la ultraderecha, de Chile Vamos, sino la ofensiva de sectores que para garantizar los intereses de grupos de poder, de grupos financieros, de grupos conservadores, necesitan no sólo avanzar en sus posiciones, sino disminuir los niveles de democracia y de derechos. Necesitan limitar al máximo la posibilidad de participación activa ciudadana, de juicio crítico de la gente, de hacer cambios institucionales, necesitan disminuir los niveles de democracia para seguir defendiendo y promoviendo los intereses de grupos de poder político y financiero, de grupos económicos, defendiendo y promoviendo los niveles de ganancia, de utilidades, de control económico. En la medida que se abren más espacios de participación, hay más juicio crítico, más demanda, se perfecciona la democracia que tenemos, se abre la puerta a la ciudadanía.

Pero no se ve a la gente participando, ni movilizada, ni motivada.

Exacto. Porque se ha apostado a eso. La gran labor que tenemos en política es precisamente lograr esa participación, y que no nos corran hacia atrás la barrera democrática y de derechos. Debemos contener todo aquello que lleve a una ciudadanía más desafectada, más desesperanzada, menos participativa, que vote menos, y que siga frustrada. Necesitamos superar eso, sobrepasar eso, correr el cerco hacia adelante y que la democracia sea más plena, que haya más derechos. Eso es un gran desafío, porque tenemos la fractura entre la institucionalidad política y la sociedad, y nuestra labor es tratar de recomponer eso, volver a tener más participación de la gente y fortalecer las organizaciones de la sociedad. Tenemos que aspirar a una población que se sienta impactada, no desafecta, que se sienta partícipe, motivada, que busque derechos y más democracia, que se sienta interpelada. Por eso debemos hablar de unidad social y política. Hoy no tenemos eso y el enorme desafío es cómo lo logramos para dar esta batalla, que no se limite la democracia, que no se pierdan derechos, que no terminemos fracturando aún más el vínculo de la ciudadanía con lo institucional. No tenemos ebullición social, no tenemos grandes movilizaciones a la vista.

“No tenemos ninguna posibilidad de dejar de dar ninguna batalla”

¿Comparte que lo que ocurra en el plebiscito será definitorio o establecerá un escenario determinado para el Gobierno, para el oficialismo? Si se pierde, será una catástrofe, si se gana, un empuje.

Sin duda será un hito. Pero pase lo que pase, no tenemos ninguna posibilidad de dejar de dar ninguna batalla, de retroceder en nuestros objetivos, el Gobierno y los partidos de Gobierno. Lo que ocurra en el plebiscito de diciembre es clave, sí, pero no sólo por el futuro del Gobierno, de las reformas, de nuestros objetivos, sino por lo que puede significar profundizar esa fractura de la que hablaba, lo que puede implicar en tener una democracia extremadamente limitada, derechos conculcados, con una ciudadanía muy en el margen. Ahí hay un riesgo de magnitud. Pero insisto, sea cual fuese el resultado, malamente podríamos ponerle un candado a nuestro programa, a nuestros desafíos, a buscar derechos para la población. Ahora y en ese momento, tenemos mucho por lo cual seguir trabajando, tenemos la obligación, la responsabilidad de seguir trabajando, y no podemos decretarnos nosotros mismos el fin de un ciclo.

¿El Partido Comunista le está imponiendo condiciones y decisiones al Gobierno, está ganando gallitos, logra imponer su condición de partido mayoritario?

Lautaro Carmona ya lo dijo, somos parte de una coalición, somos un partido más, no tenemos un trato preferente, y quien pretenda adosarnos todo aquello, no le hace un favor al Partido Comunista, más bien apunta a que se nos excluya. Buscan imputarnos que provocamos problemas que generan que el Gobierno no avance, en el fondo buscan excluirnos, buscan decir que con los comunistas no se pueden hacer bien las cosas, entonces mejor sáquenlos. En eso que preguntas, es clara una intención de crear cierta imagen que no nos ayuda, aunque pareciera lo contrario. Si uno se saliera de esa caricatura, lo que no podemos desconocer es que, efectivamente, somos un partido relevante en la alianza de Gobierno, no podemos disminuir nuestra relevancia, que no es lo mismo que seamos un partido que define, que impone, que demanda. No somos un partido que pide cupos, que pide espacios, que quiera medirse en su representación en función de cargos. Nosotros contribuimos desde la política, desde ahí tratamos de ser consecuentes y coherentes con los propósitos de nuestro Gobierno, y así hemos sido siempre, en distintos gobiernos. No vamos a ser cómplices en la creación de esta imagen de que somos un partido que hace y deshace, pero tampoco vamos a disminuir lo que somos, lo que incidimos, porque somos un partido que en más de 100 años de historia, ha vivido el exterminio, la ilegalidad, le mataron e hicieron desaparecer direcciones políticas completas, y tenemos una historia de coherencia y consecuencia. Eso nos da un valor. Somos un partido que históricamente ha actuado con mucha coherencia, convicción y consistencia. Lo pongo como un elemento que marca al PC.

 

Fuente: El Siglo

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